Perdona, si te digo
hermano mío,
que ganas de escribirte
no he tenido.
No sé si es el encierro,
no sé si es la comida,
o el tiempo que ya llevo
en esta vida...
Lo cierto es
que el zoológico deprime
y el mal no se redime
sin cariño,
si no es por esos niños
que acercan su alegría
sería más amargo todavía.
A ti te irá mejor, espero,
viajando por
el mundo entero,
por más que el domador,
según me cuentas,
te obligue a trabajar
más de la cuenta.
Tú debes entender, hermano,
que el alma
tienen de villano,
al no poder mandar
a quien quisieran,
descargan su poder
sobre las fieras.
Muchos humanos
son importantes
silla mediante,
látigo en mano.
Pero, volviendo a mí,
nada ha cambiado
aquí, desde que fuimos separados.
Hay algo, sin embargo
que noto entre la gente,
parece que
me vieran diferente.
Sus ojos han perdido
algún destello,
como si fueran ellos
los cautivos.
Yo sé lo que te digo,
apuesta lo que quieras,
que afuera tienen
miles de problemas.
Caímos en la selva, hermano,
y mira en que
piadosas manos !!
El aire está viciado
de humo y muerte...
¿Y quién anticipar puede
su suerte ?
Volver a la naturaleza
sería su mayor riqueza.
Allí podrán amarse libremente,
y no hay ningún zoológico
de gente.
Cuídate hermano,
yo no sé cuándo,
pero ese día...
viene llegando...
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