Las dos nacieron en La Plata. Una en la antigua
ciudad de La Plata, también llamada
Chuquisaca y actual ciudad de
Sucre, capital de Bolivia, un 12 de Julio de 1780. La otra en La Plata, capital
de la provincia de Buenos Aires, 173 años después, un 19 de Febrero de 1953.
Pero no es esta la única de las coincidencias
que une profundamente a estas dos mujeres latinoamericanas. Juana Azurduy de
Padilla fue la primera mujer en ingresar al ejército argentino. Cristina
Fernández de Kirchner la primera mujer en ser elegida democráticamente como
presidenta de los argentinos. Ayer la lucha contra el colonialismo era con las
armas, hoy desde el Estado, desde lo cultural y desde las políticas.
Hay una coincidencia más, quizás la más
significativa para quien escribe esta crónica: ambas eran grandes mujeres
marchando a la par de grandes hombres, y ambas perdieron sus maridos, sus
compañeros de vida y de militancia, en la trinchera, luchando. Juana tuvo una
vida trágica, perdió en el campo de batalla además de su esposo, cuatro de sus
cinco hijos.
Hoy que se cumplen 150 años de su muerte,
repasemos la historia de Juana Azurduy , una mujer que nació en 1780, el año en que
Túpac Amaru lanzó su revolución indígena que casi liquida al poder español.
Azurduy y su esposo Padilla se sumaron a la
Revolución de Chuquisaca que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de
la Real Audiencia de Charcas. “Combatieron por la libertad del Alto Perú -por
entonces parte del Virreinato del Río de la Plata primero y de las Provincias
Unidas después- desde la revolución de Chuquisaca y la Paz en 1809 -que fueran
ahogadas en sangre desde Lima y Buenos Aires. Y en particular guerrrearon sin
descanso y sin cuartel desde el grito de libertad del 25 de mayo de 1810. Ellos
y los 105 caudillos indios y gauchos (…), junto a Güemes en Salta, fueron
quienes impidieron que luego de las sucesivas derrotas de los ejércitos
porteños al Norte, los realistas pudieran avanzar sobre Buenos Aires y
destruyeran la revolución” dice Pancho O’Donnell en su libro "Juana
Azurduy".
El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la
Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido
de muerte. “Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida
de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su
ejemplo”, dijo Juana.
El cambio de planes militares, que abandonó la
ruta altoperuana para combatir a los realistas afincados en el Perú por vía
chilena, disminuyó el apoyo logístico a sus fuerzas por lo que se vio obligada
a replegarse hacia el sur, uniéndose finalmente a Güemes. A la
muerte de Güemes, en 1821, se vio reducida a la pobreza. En 1825, el libertador general Simón Bolívar,
luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la
ascendió al grado de coronel y le otorgó una pensión. Luego de la visita le
comentó al mariscal Antonio José de Sucre: “Este país no debería llamarse
Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo
hicieron libre”. Sin embargo, Juana – como muchos de nuestros mejores hombres y
mujeres- murió sin honores y en la pobreza.
No es casual que Cristina, otra mujer guerrera
que entrará sin dudas en la historia de nuestra región, reconociera a Juana: hoy su
imagen decora el "Salón Mujeres Argentinas" de la Casa Rosada, y el
14 de julio de 2009 la presidenta argentina ascendió post-mortem a Juana
Azurduy, del grado de teniente coronel a general del Ejército Argentino. En
marzo de 2010, personalmente entregó el sable y las insignias de general del
Ejército Argentino ante sus restos, resguardados en la Casa de la Libertad, en
Sucre. Junto al presidente boliviano Evo Morales firmaron un tratado que
instituye el día del nacimiento de Juana Azurduy, como el "Día de la
Confraternidad Argentina-Boliviana". Dijo entonces Cristina, "Es para
mí un honor, como presidenta de los argentinos, pero también como mujer y como
militante política de toda la vida estar hoy aquí frente a sus restos para
imponerle la espada de generala del ejército argentino (…) representa a los
miles y miles de hombres y mujeres anónimos sin los cuales hubiera sido posible
la batalla por la libertad contra el yugo colonial"
Hoy como mujer joven y militante política
quiero brindar por ellas. Por las Juanas y las Cristinas de ayer y de hoy, para
que se abran cada vez más oportunidades para la participación política de las
mujeres y para que se hagan visibles las mujeres que luchan cotidianamente por
una Patria más justa.
Leila