No estés triste, pues yo debo volar porque es mi naturaleza, conocer otros lugares y partir a un lugar mejor… No es que este lugar no me guste pero mis alas me piden volar, así están felices. Yo estoy feliz de haberte conocido y aprendido muchas cosas lindas de vos y tu familia. Nunca olvidare la forma en que me enseñaste tu manera de ver el mundo y tu manera de amar. Esa expresión en tu cara, cuando algo te gusta, como sonríes me hizo acordar a mi madre, que por cierto la extraño tanto y debe estar esperando a mi regreso. Nunca dejes de soñar y de desear porque eso te llevara a lugares nunca vistos, y se te revelaran placeres hermosos. Soñar es vivir, y desear es luchar, por lo que queremos pequeña amiga. Yo soñare en volverte a ver y espero que tú también sueñes volver a verme. Querida ardillita, no es una despedida, ni un final, sino el principio de nuestra historia. Tú escribirás sobre mí en cada anécdota, en cada pensamiento y yo haré lo mismo en cada momento, en cada pueblo, en cada nube, en el mismo cielo azul…
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