Si me preguntan por él yo les contesto “que es un amigo de
fierro”, y no hacen falta muchas palabras en mi relato para dar cuenta de mi
afirmación.
Y les contaré historias de él a mis hijos y a nuevos amigos
que me traerá la vida. Si tendré anécdotas…!!! Y qué bueno es contar con él, porque sé que esté donde esté, siempre
vamos a estar el uno para el otro,
aunque los caminos se abran y cada uno deba seguir uno distinto, sé que en algún momento del trayecto se vuelven a cruzar.
Él es un ser de una simpleza tan pura, como el agua del
deshielo, que se desliza de los picos de las montañas más altas. Pocas personas
en mi vida conocí con tal simpleza, y eso es algo difícil de encontrar, para mi
es una virtud. De firmeza intachable, fiel a sus principios que no son
cualquiera. La lealtad es uno de ellos, si me preguntaran cual es el primer
nombre que se me viene a la mente cuando
nombran la palabra “lealtad” diría su nombre.
Y qué tal si abrimos una cerveza o preparamos un fernet,
comemos una pizzas y la noche se convierte en un placer. Y son esos momento que
uno espera y aveces no se pueden dar por los compromisos que vamos asumiendo en
esta vida de “adultos”.
Yo creo que cuando nos juntamos nos convertimos en
adolescentes y eso no lo cambio por nada del mundo.
Otra virtud que debo contarles es el gran corazón que tiene,
su humanidad. Él es siempre para los demás nunca para él, y si es para él es
para los demás. Y esto parece un trabalenguas, pero es un hecho. Y podría seguir contándoles cosas de él pero
seguramente se me acalambrarían los dedos.
Pero lo que sí les voy a decir es que este amigo se llama
Gonzalo Quiroga, si lo conocen sabrán que no he faltado a la verdad.
Vasco
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